En los últimos meses, he estado reflexionando sobre el futuro de los eventos corporativos y de educación. La saturación de charlas, lanzamientos de marca y networking nos ha llevado a un punto de inflexión, donde la verdadera conexión humana se convierte en la protagonista.
Este año, he tenido la oportunidad de asistir a varios eventos en diferentes lugares y tamaños, incluyendo Emerger Américas, EXMA Miami, NY y Miami Tech Week. A través de estas experiencias, he observado una tendencia clara: las personas ya no buscan más charlas o ventas, sino relaciones reales tanto con otras personas como con las marcas.
Junto a mi amigo y colega Luis Carlos Chacón, hemos estado analizando cómo las marcas están manejando sus eventos y lanzamientos, especialmente en el ámbito del lujo en Los Leones de Cannes. Sorprendentemente, estos eventos de lujo se asemejan mucho a los de tecnología. Los eventos masivos siguen atrayendo a quienes tienen entradas, pero los eventos que realmente valen la pena se han vuelto altamente selectivos, con invitaciones personalizadas, locaciones secretas que se revelan solo unas horas antes del evento. Este secretismo sirve para evitar “los sapos” y para generar expectativa, da un sentimiento de importancia a los invitados. Hay tantas opciones de entreteniendo, con la inteligencia artificial y animaciones que salen de cualquier espacio, hemos perdido nuestra capacidad de asombro.
La saturación no solo se siente en los eventos presenciales, los eventos online cada día pierden más asistentes. El punto es claro: estamos agotados. Sin embargo, en medio de esta sobrecarga, emerge una verdad fundamental: volvimos a valorar las relaciones humanas. He visto que lo que buscamos ahora al participar en eventos es rodearnos de personas con nuestros mismos intereses, es un networking más allá de los negocios, lo que importa son las conexiones e intereses que tienen los asistentes por eso los invitados se eligen con pinzas. Es aquí donde las agencias y marcas tenemos un reto de encontrar esa sinergia única uno a uno con cada participante.
Para entender mejor esta tendencia, vale la pena analizar algunas de las razones detrás de esta saturación y el cambio hacia las conexiones humanas auténticas:
- La sobre exposición a la información: En un mundo donde estamos constantemente bombardeados con información y publicidad, los asistentes a los eventos buscan algo más que datos y promociones. Quieren experiencias significativas y conexiones genuinas.
- La evolución de la tecnología: La inteligencia artificial y las animaciones, aunque impresionantes, han hecho que nuestra capacidad de asombro disminuya. Ya no nos sorprende la tecnología, sino la autenticidad y la humanidad detrás de los eventos.
- La exclusividad y expectativa: Los eventos selectivos, donde solo unos pocos son invitados, generan una sensación de exclusividad y valor. Saber que uno ha sido seleccionado cuidadosamente para asistir hace que la experiencia sea más valorada.
- El Valor de las relaciones humanas: En un entorno digitalizado, las interacciones cara a cara se han vuelto más valiosas. Los asistentes buscan crear relaciones duraderas con personas que comparten sus intereses y valores.
- No pretendo ofrecer una verdad absoluta: Esta reflexión surge de la repetida conclusión a la que llegue tras asistir a múltiples eventos: buscamos rodearnos de personas con intereses afines. Esta es la nueva dirección que deberían tomar los organizadores de eventos y las marcas.
La personalización y la exclusividad parecen ser las claves para el futuro de los eventos. Ya no se trata de atraer a masas, sino de cultivar comunidades selectas que valoran la autenticidad y la calidad de las interacciones. Las agencias y marcas que logren entender y aplicar esta nueva perspectiva serán las que dominen el panorama de eventos en los próximos años.
El futuro de los eventos corporativos y la educación radica en la capacidad de crear experiencias que trascienda lo superficial y se centren en lo esencial: las relaciones humanas. En un mundo saturado de información y tecnología, volvemos a lo básico, a lo auténtico. Y eso, al final del día, es lo que realmente importa.
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