Las revoluciones tecnológicas que vivimos hacen que las cosas cambien más rápido. Pero esto siempre ha sido igual. Dos grandes fuerzas cambian el mercado continuamente: los cambios en las preferencias de los consumidores y la entrada de nuevos modelos de negocio.
Hace 30 años, la venta de helados en Colombia se hacía en las tiendas de barrio y a través de “los tilines” que vendían en sus carritos; hoy, los helados se venden en bellos restaurantes, con muchos más sabores y presentaciones; hace unos años, la ropa se compraba en los centros comerciales y los almacenes, hoy se diseña en línea y esta llega a domicilio; hace solo unos años, los bancos nos atendían en sus oficinas, pero hoy son espacios vacíos, donde rara vez va el cliente.
Todos estos cambios y muchos más partieron de la comprensión de la necesidad de mejores productos y modelos de negocios más eficientes; porque si bien las cosas funcionaban “bien”, no lo hacían de la mejor manera y la amenaza de la entrada de una competencia podía alterar el mercado de manera profunda, como hoy está pasando con los hard discounts o las aerolíneas de bajo costo.
Las agencias de publicidad son un ejemplo claro de esto, ya que pasaron de tener la creatividad y la pauta, a quedarse primero sin la pauta y, hoy por hoy, sin la creatividad, porque el modelo del negocio cambió: ya no se refiere a lo creativo, sino a lo rentable, y esa es una visión a la que muchas de ellas no estaban acostumbradas.
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Todos los negocios están en continua reinvención, ya que el mercado soluciona las necesidades más eficientes sistemáticamente, y lo que hoy no podemos hacer por costoso o “imposible”, mañana será completamente común, como es el caso de Waze, que sería impensable en 1962, cuando se puso el primer satélite de comunicaciones o en 1947, cuando se puso la primera celda de celular, sin saber bien cuál sería su futuro.
Por esto es fundamental no solo estar al tanto de los cambios comportamentales de los consumidores y de la competencia, sino de las transformaciones tecnológicas que se asoman en el horizonte, para aprovecharlas a tiempo y no ser víctimas de ellas.
Isaac Asimov, Alvin Toffler e, incluso, el reciente Michio Kaku dedicaron su vida a predecir qué podría pasar con lo que veían que se estaba creando y aportaron un punto de vista humano en estos debates. Mostraron que debemos ponerle ética a la tecnología, antes de que la tecnología cambie la ética, como las leyes de la robótica de Asimov, que buscan que los robots no se tomen el mundo.
Si en su escritorio están The Economist, P&M, Dinero o Harvard Business Review, es muy importante que también estén Wired, Mecánica Popular y hasta Nature, porque los cambios llegarán no solo desde los negocios y la tecnología, sino desde la biología y el cambio climático. Un ejemplo claro de esto es Tesla, una compañía eléctrica que entendió que el problema no eran los carros, sino los combustibles. Y así va a cambiar el mundo.
Por esto, si el modelo de su negocio es el mismo de hace cinco años y sus productos no han cambiado, es muy posible que sus clientes ya lo hayan cambiado a usted.