Avatar 2: más allá del ‘camino del agua’, lecciones a la publicidad
La habilidad de Cameron y la hermosa ambientación de Avatar: The Way Of Water hacen que sus 3 horas de ejecución se conviertan en un sinfín de lecciones que analizamos a la luz de la publicidad y el mercadeo.
Es difícil creer que la película 'Avatar' se estrenó hace ya 13 años y que, desde entonces, hubo planes para múltiples secuelas. La espera terminó. James Cameron por fin nos llevó de vuelta al mundo de Pandora. Y no solo nos encontramos inmersos en un maravilloso mundo ficticio, también en varias lecciones que Avatar: The Way Of Water deja a la publicidad y el mercadeo.
Quizás el elemento más notorio: la nostalgia. De por sí traer de vuelta una de las películas más taquilleras de la historia, hasta revivir las memorias de un villano y evocar elementos ya vistos en su antecesora, nos dan paso a la exitosa fórmula de la nostalgia, pues se cree que, a medida que envejecemos, nuestros anhelos nostálgicos crecen, haciéndonos más receptivos a los anuncios que los investigadores llaman “un anhelo de recuerdos positivos del pasado”.
Para los especialistas en marketing, la clave es encontrar elementos que en ocasiones ni siquiera necesitan relacionarse directamente con sus productos, sino que generen sentimientos cálidos, por ejemplo, Coca-Cola y su oso polar. Es la emoción generada por ese buen sentimiento lo que influye en la evaluación de la oferta anunciada por parte de las personas.
Así, lo que llamamos 'marketing de nostalgia' se trata de conectar la marca con conceptos o ideas positivas del pasado. El objetivo es asociarse a sentimientos de comodidad y seguridad que desencadenan esas ideas. Pandora está llena de eso: nostalgia, memorias y sentimientos.
Si bien el concepto no es nuevo, se ha vuelto más popular en los últimos tiempos y lo utilizan empresas de todos los tamaños y en todas las industrias, desde Netflix hasta McDonald's. Y eso es porque funciona. Las campañas nostálgicas recuerdan a sus clientes aquellos episodios que alguna vez los hicieron sentir bien. A medida que reviven la experiencia, es probable que también extiendan esos sentimientos de calidez a su marca para llevarlos atrás en el tiempo. Eso es ganar-ganar para todos.
Otra gran lección: no hay imagen sin historia
El medio de conquista de la película es en esencia su mensaje, el escape de Pandora, el liderazgo, el miedo, la superación, la unión y muy especialmente la forma en que los Na'vi honran lo sagrado de su tierra, y el Árbol de las Almas; haciendo de los efectos visuales solo un vehículo para un relato alegórico. Así, en una época en la que predominan los efectos visuales, la tecnología revolucionaria y los recursos a usar, no se puede dejar de lado el arte de contar historias que pueden ser más profundas, como el sentido de reverencia de los nativos por todo Pandora. Sino, no sería el storytelling uno de los conceptos más famosos de nuestra industria.
De otro lado, en una época en la que sobresalen los propósitos de marca y se exploran los pecados de la humanidad sobre los ecosistemas, el ángulo ambientalista no puede quedarse por fuera. Ambas películas nos muestran los efectos de la destrucción industrial en el ecosistema de Pandora, hay cientos de comparaciones con las historias de devastación ambiental que dominan los titulares. Pero al final, hay también un grito llamando a la protección del mundo natural, la seguridad de los animales y los peligros del complejo militar-industrial, que son temas oportunos en la agenda de muchas marcas y que se han logrado comunicar de manera efectiva.
Por último, no está mal una lección moral aplicada a cualquier escenario: La película es una llamada de atención que nos recuerda los peligros de la codicia, la insensibilidad, la violencia y la arrogancia, así como la importancia de que cada uno de nosotros se vuelva a conectar con lo que considere más sagrado.