B-Line Agency, la satisfacción de pensar en grande

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B-Line Agency, la satisfacción de pensar en grande

En un vertiginoso camino de seis años, B-Line Agency ha consolidado un amplio y diverso portafolio de clientes y un seductor modelo de conversión circular, que abarca desde la creatividad y estructuración de campañas, hasta el poder operativo del BTL y su masificacion digital.

Todo bajo un manifiesto –y mantra– que Jorge Andrés Rincón, CEO de B-Line y Jonathan Rincón, manager regional, sus fundadores, se han repetido a lo largo de esta apuesta decidida por la generación de empresa y la independencia: ¡Pensemos en grande! Este es, de hecho, el actual eslogan de la agencia de publicidad y el principal valor sobre el que cabalga decidida hacia la expansión regional, de la mano un equipo fijo de casi 30 personas; las mujeres lideran la mayor parte de las áreas.

Hoy, B-Line cuenta con un sólido portafolio de clientes de sectores muy diversos, desde centros comerciales, establecimientos de salud y empresas de telecomunicaciones y moda, hasta nichos muy específicos y marcas de consumo masivo de distinta naturaleza; todos adquiridos a pulso y fidelizados con buenos resultados, pero sobre todo, en razón de entender plenamente sus necesidades de comunicación y enriquecerlas con una visión 360° de la publicidad que ha marcado la trayectoria de la agencia desde sus inicios.

Del BTL a la integralidad

Desde París, uno de los nuevos mercados en donde la empresa ha incursionado, Jorge Andrés Rincón recuerda el camino que siguió B-Line para evolucionar de una agencia enfocada en una línea experiencial con situaciones publicitarias tangibles, a una agencia integral que eslabona y controla toda la cadena de operación.

La historia de éxito comenzó con una provechosa relación con marcas de los sectores de salud y telecomunicaciones, con una importante capilaridad nacional y que pusieron a la agencia en un plan de operación grande apenas en sus inicios.

Se profundizó, posteriormente, con la aparición de los megamalls, actores que han sido fundamentales en el desarrollo de B-Line.

“Ahí logramos entrar con una interesante disrupción creativa, pero también nos planteó el reto de hacer tangibles esas mismas ideas, de dejar un espacio grande para fabricar, operar y controlar no solo la creatividad como agencia, sino el resultado final tangible”, explica Jorge Andrés sobre el ADN de la agencia.

“Todo lo hacemos directo. Somos lo suficientemente fuertes, incluso, para fabricar una escenografía al más alto nivel. Realmente, dependemos de muy pocos proveedores externos y eso nos hace muy integrales y nos da la capacidad de proponer lo que queramos y no limitarnos por presupuestos”, afirma Jonathan Rincón, desde la sede de B-Line en el norte de Bogotá.

A la par, explica que el match creativo entre la agencia y la necesidad comunicativa de los centros comerciales fue clave –más allá del mero negocio inmobiliario–, otra historia de éxito que finalmente se convirtió en una gran vitrina para que la empresa ampliara su portafolio de clientes, algunos con operación global, en Centro América y presencia importante en Colombia: moda, telecomunicaciones, retail, institutos de cultura y turismo, entre otros.

“En ese momento, nos enfrentamos a eventos masivos, lo cual nos puso en desafíos mayores: manejar públicos de 3.000, 4.000, 10.000 personas; en gran medida, eso ha marcado nuestra construcción como agencia hacia la integralidad y ha asegurado la calidad que les entregamos a los clientes y se convirtió en una constante (...). Definitivamente, ya habíamos empezado a hacer importantes avances digitales”, cuenta Jorge Andrés Rincón.

El modelo de conversión circular

Si el crecimiento de lo digital ya venía en auge antes de 2020, durante la pandemia se sobreexpuso. Con el manifiesto de “pensar en grande”, los dos hermanos resolvieron rápido el dilema que les planteó la crisis sanitaria: o nos contraemos a un estudio más tranquilo o le apostamos con todo a ser un referente de agencia independiente.

Jorge Andrés Rincón sostiene que, en ese momento, se establecieron los tres grandes pilares que hoy le permiten a B-Line ofrecer sus servicios a clientes en Panamá, El Salvador, Honduras y Costa Rica:

Primero, campañas y creatividad, de donde emanan las ideas; segundo, Big Fantastic, en donde se conciben y concretan todas las ejecuciones (escenografías, montajes, etc.); y finalmente, el Digital Lab, creado en plena pandemia para consolidar toda la apuesta por el ecosistema digital que ya arrojaba réditos importantes.

“Convertimos esa unión en un ciclo y una conversión circular para el cliente: esa gran idea se hizo tangible, generó tráfico y se masificó digitalmente. Lo manejamos comercialmente al salir de la pandemia y lo mantenemos como nuestro speech misional”, apunta Rincón.

Hoy, de la mano de un equipo presidido por mujeres fuertes y berracas que se fue armando orgánicamente, B-Line mantiene el control de la operación sobre una sólida base estructural que le permite seguir pensando en grande.

Artículo publicado en la edición #481 de los meses de agosto y septiembre de 2022.

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