Marcas para recordar
La superación de experiencias fuertes conlleva un proceso de sanación, maduración y aprendizaje, que como toda vivencia humana, entraña también emociones que suelen acompañar la memoria de estos trances indefinidamente. Los sentidos aprehenden sonidos, imágenes, olores, texturas, sabores, impresiones que nos transportan a instantes o etapas de estas experiencias.
Y más allá de las razones, de la madurez con que se logre afrontar un proceso, del valor de las lecciones o de la resiliencia, siempre habrá algo que irremediablemente asociaremos con las emociones que más hayan marcado estas memorias.
Entre más fuerte la experiencia y más complejo el proceso, las emociones y las memorias serán proporcionalmente intensas, como inevitable será su asociación con todo lo que tenga la capacidad de evocar recuerdos que no se quisieran tener o los que se deseen conservar.
En circunstancias como las que atravesamos con la pandemia y todo lo que de ella se deriva, las marcas deben ser conscientes de su responsabilidad, de sus riesgos y de la oportunidad de generar valor o la posibilidad de destruirlo. Cada marca debe preguntarse cómo quiere ser recordada y una respuesta clara a este interrogante debe determinar su plan de acción. La improvisación y la dubitación pueden ser nefastas.
Responsabilidad de todos
Para los medios de información en esta coyuntura, el desafío diario sobre cómo informar con la verdad y equilibrio, con firmeza y mesura, con aplomo y caridad, con enfoque pero comprensivamente, debe estar antecedido de esa misma pregunta. Cómo quieren que se recuerden sus marcas después de una crisis como la actual.
Y si la respuesta es, como las mejores fuentes de información confiables y útiles, que acompañaron los temores, la incertidumbre y el desasosiego de la gente con aprecio, afecto y respeto, sus audiencias lo agradecerán y así las recordarán.
Será mejor no tener la última información recién aparecida o insinuada, sino la mejor depuración, validación y análisis. Serán mejores los titulares que llamen a la comprensión y la calma. Los mensajes que procuren el entendimiento, la solidaridad y la unidad. Las fanfarrias y cortinillas que apacigüen los ánimos llamando la atención sobre la oportunidad y relevancia de lo que anuncian. Las palabras que logren aclarar las ideas de
manera ética y estética. Los colores, imágenes, lenguajes y tonos que ilustren enalteciendo el espíritu de sus destinatarios. Los paneles de verdaderos expertos, moderados y respetuosos, que prioricen hacer pedagogía. El trabajo periodístico que de fe sobre la vocación y el apostolado que asiste a los periodistas cumpliendo su misión, aun corriendo riesgos en su salud, para prestar sus servicios de información en favor de la comunidad.
Ojalá todas estas experiencias fuertes que estamos viviendo hicieran propicio que las marcas de todas las industrias y sectores, incluidas las marcas personales de los líderes, gobiernos e instituciones, se cuestionen y puedan responder con esta misma orientación y propósito. Los buenos recuerdos se atesoran por siempre, los malos hay que dejarlos atrás.
Werner Zitzman: Director Ejecutivo de Ami, Asociación Colombiana de Medios de Información